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88 ÁREA DE SEGURIDAD
puede entrar en el carácter personal e íntimo
del trazado.
Para determinar esto hay varios métodos:
desde repasar con un punzón seco los trazos
hasta ampliar fotográficamente la escritura para
fijar los movimientos gráficos.
Disposición general del texto, en este aspecto
manejaremos conceptos como claridad,
confusión, distribución de espacio, legibilidad,
etc.
La calidad gráfica del escrito, este dato nos
ilustrará sobre el grado de habilidad o destreza
gráfica del autor.
Los escritos espontáneos, de letras originales,
velocidad rápida, trazo suelto y fluido,
expresarán el alto grado de habilidad del
escritor.
Por el contrario, los textos irregulares, lentos, diferenciadora.
poco espontáneos, con retoques, formas mal
trazadas, etc., reflejarán la escasa capacidad
gráfica de su autor.
Forma de las grafías, aquí nos referimos a la
morfología externa de letras y signos. Para
valorar adecuadamente este elemento hay que
conocer los más usuales sistemas caligráficos
para poder determinar el grado de desviación
de la escritura estudiada con respecto a los
mismos. Hablaremos de grafías sencillas,
complicadas, con arcos, con guirnaldas,
tipográficas, evolucionadas, primitivas, etc.
Habitualismos gráficos o gestos-tipo. Son una
serie de modismos escriturares que,
apartándose del modelo aprendido, deforman o
adornan las letras de un modo peculiar,
impregnando todos los escritos de un mismo
individuo de su impronta personal. Su origen
psicomotor y su carácter automático hacen que
se ejecuten de forma prácticamente
involuntaria y que sean, por tanto, difíciles de
omitir por su autor.
Además, su aspecto poco aparente dificulta el
que sean captados por el falsificador.
Su número y variedad en la morfología son
prácticamente ilimitados, ya que se puede decir
que hay tantos como escritores. No obstante, a
título orientativo, podemos citar los más
corrientes: golpe de sable, tildes enlazadas con
la letra siguiente, mazas en los finales,
movimientos en triángulo (sobre todo en los
pies), espirales, inflados, óvalos invadidos, etc.
A pesar de su importancia hemos de advertir
que una conclusión no se debe basar
únicamente en ellos, sino que debe ser fruto de
una valoración meditada del análisis de todas
las características de la escritura.
Para su justa apreciación debemos constatar
su habitualidad, es decir, que deben repetirse y
estar presentes en la mayoría de los escritos
de una misma persona (para ello no deja de ser
una exigencia lógica el disponer del mayor
número posible de piezas indubitadas que nos
permitan fijar ese hábito y destacar, por
ocasiones, otros rasgos poco significativos) y
su originalidad que sirva de pauta
Dominante gráfica. En la mayoría de los
escritos hay una característica que destaca
sobre las demás. Ese dato que resalta puede
ser: su gran tamaño, su confusión, la
angulosidad de las letras, la fuerte presión, etc.
La apreciación de esta peculiaridad será de
gran utilidad para el investigador: en primer
lugar simplificará los trabajos de cotejo cuando
sean numerosas las piezas a comparar. La
ausencia de esa característica permitirá
descartar a muchas de ellas.
En segundo, puede servir como elemento
diferenciador para clasificar escrituras
manuscritas. Así, en el fichero, al lado de otros
elementos, podría figurar: escritura angulosa,
escritura prolongada, etc., y con cada género
establecer un apartado o fórmula para
clasificar.
Polimorfismo gráfico. Hábito de ciertos
escritores a usar una misma grafía con
diferentes formas. En el caso de las firmas
puede suceder que su trazado varíe
dependiendo de: la naturaleza del documento,
el espacio disponible o la voluntad de su autor.