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86 ÁREA DE SEGURIDAD
Para determinarla se utilizan plantillas
transparentes con cuadrículas impresas que,
sobrepuestas al escrito, hacen patente su
dirección. Para expresarla en grados se
trazará la limitante verbal y se medirá el ángulo tamaños es constante en la escritura de una
que forma con la línea de pauta. Así podremos
hablar de escritura ascendente de 30º o
descendente de 15º, etc.
La dirección de la limitante verbal puede ser:
ascendente, descendente, rectilínea, sinuosa,
cóncava, convexa, imbricada, etc… en cada
palabra nos podremos encontrar letras llanas
que apoyan su base sobre una línea horizontal
o letras a brincos que ascienden y descienden
con respecto a ella.
La dimensión. En este apartado se efectúan
mediciones tanto de las letras en sí: óvalos,
hampas, jambas, tildes, como de su extensión
horizontal: espacio ocupado por cada palabra,
espacios interliterales y espacios entre
palabras.
Para realizar correctamente estas mediciones,
debemos hacerlas de acuerdo con la
inclinación de las grafías. El instrumento de
medición deberá situarse paralelamente al eje
de las letras.
Los resultados nos permitirán hablar de letras
grandes (más de 3 milímetros), normales (3
milímetros - 2 milímetros) pequeñas (menos de
2 milímetros), sobrealzadas (con crestas que
midan más de dos veces el cuerpo central)
prolongadas (con pies de dimensión más del
doble de la zona media o cuerpo central),
rebajadas (con crestas y pies cortos), anchas,
estrechas, etc.
La extensión ocupada por una palabra
determinada o por una firma viene expresada
por el área del polígono resultante de enmarcar
su trazado.
Hablaremos de escritura extendida cuando hay
buena separación entre letras y palabras (la
longitud de una “m2 al menos) y escritura
concentrada cuando las letras y palabras se
aprietan más unas contra otras.
Dentro de este apartado no debemos olvidar la
proporcionalidad de las mediciones.
Locard estableció que esta proporción de
misma persona. Para establecer las grafías de
proporcionalidad, se medirán los elementos
integrantes de cada letra y se determinarán las
proporciones entre ellos. Ejemplo: si medimos
la letra “g”, tomaremos lo que mide el óvalo y lo
que mide el pie, la proporción podrá ser: 1:1,
1:2, 1:3, etc.
La constancia de estas proporciones en un
número suficiente de letras constituye un hábito
escritural de alto valor identificador. El autor lo
seguirá manteniendo aunque disimule otros
elementos (forma, inclinación). El falsificador
no lo detectará en su afán imitador, que se
centrará en aspectos más visibles del grafismo.
Por ello, siempre que se trate de textos
manuscritos extensos, consideraremos que
este elemento debe ser desarrollado y
considerado en gran medida.
La calidad e intensidad de los enlaces. Las
letras, dentro de la palabra, pueden aparecer
enlazadas, desunidas o agrupadas por sílabas.
Estas uniones pueden realizarse mediante
guirnaldas (trazos curvos y cóncavos) o
mediante ángulos. Otras personas unen
algunas letras de forma poco convencional por
medio de enlaces originales que habrá que
valorar en cada caso.
En este apartado debemos hacer especial
mención a los reenganches, rasgos que
parecen unidos pero que están trazados en dos
movimientos independientemente.
La presión. La persona, al escribir, ejerce una
presión sobre el útil escritural y sobre el papel.
Según sea la intensidad y calidad de dicha
presión, así serán los trazos producidos.
La presión, al depender del tono muscular y de
la vitalidad nerviosa, constituye un elemento de
singular importancia, ya que es muy difícil para
alguien aparentar más fuerza que la que tiene,
y por el contrario, el fuerte que finge debilidad
no dejará de producir huellas de su disimulo